martes, 3 de mayo de 2011

Comunicación por votación popular


Al hilo de haber conocido hoy el ganador del concurso de carteles de San Fermín 2011, elegido por votación popular entre un elenco preseleccionado por un jurado técnico (aunque con más políticos que técnicos), me ofende sinceramente que la decisión final del grafismo que representa unas fiestas tan importantes para la imagen de una ciudad y de la región entera se haga de esta manera, por personas sin los conocimientos suficientes para emitir este juicio.

Lo primero que denota dejar esta decisión a la "participación ciudadana" es la poca importancia que los gestores de la imagen de la ciudad y la fiesta dan a la misma. ¿Por qué no se decide por participación ciudadana el urbanismo de la ciudad? al que se le pide opinión es al técnico de urbanismo o a arquitectos. Y las decisiones de la gestión económica, ¿por qué no las tomamos por decisión popular? Eso es algo técnico, ¿no? Hay que tener conocimientos de economía para poder opinar. ¿Por qué la comunicación no se ve como algo técnico? Al final esto es como el fútbol, todo el mundo opina y, sin embargo, las alineaciones del equipo no las decidimos cada domingo entre los socios del club. Una cosa es la opinión y otra muy diferente es la decisión o el juicio sobre un tema técnico. De cualquier forma, creo que la culpa la tenemos los propios técnicos que no hacemos ver la importancia de nuestro trabajo.

En mis años de experiencia laboral he visto muchos ejemplos de logotipos, campañas, carteles, etc. elegidos por personas que no tenían los conocimientos técnicos suficientes y sólo se guiaban por el "me gusta" sin tener en cuenta que esos materiales graficos:
  1. Están diseñados para cumplir unos objetivos de comunicación. ¿Para qué se hace el cartel de San Fermín? Esto no se explica en las bases del concurso. La gente, antes de emitir un juicio, debería saber el objetivo de eso que va a juzgar. Y es muy diferente saber que este gráfico va a servir para identificar las fiestas a nivel internacional o simplemente es para que los propios pamploneses sientan que pueden opinar en algo. Quizá, sabiendo los objetivos, la opinión final sobre el cartel sea diferente.
  2. Representan valores del producto. En este caso de la ciudad o la fiesta y que tienen que trasmitirlos claramente y sin dar lugar a equívocos o malas interpretaciones. En el caso que nos ocupa, ver la cabeza de toro en el agua solo es posible una vez que te lo explican. y lo del agua lo digo por ser benévola, porque la interpretación general del cartel es que es un gintonic o un vaso (que por cierto, no se ve, cómo son las cosas de las interpretaciones)
  3. Tienen que ser coherentes con la imagen que se intenta dar del producto/ciudad. Si queremos posicionar los sanfermines como algo cultural alejado del botellón y la imagen más cutre... igual deberíamos dejarlo claro en las bases, para que la gente, que tiene que tomar la decisión final, lo tenga en cuenta a la hora de emitir un juicio. La incoherencia es fatal para el posicionamiento. 
  4. Como añadido, todos estos materiales están pensados para aplicarse sobre carteles, impresos, camisetas, estampaciones de todo tipo. Muchas veces, como es este caso, el hecho de que el cartel sea una foto dificulta y encarece la estampación de esa imagen y, por tanto su posterior difusión. Esto es algo que un "no técnico" no es capaz de percibir. De acuerdo en que en un tema artístico como este no es lo más importante, pero a veces, con los logotipos pasa lo mismo y, os puedo asegurar, que resulta muy problemático para quien luego tiene que trabajar con esa "decisión no técnica"
Quizá, dado que los gestores de la imagen pública de Pamplona no confían en sus técnicos para tomar decisiones de este tipo, lo mejor sería que si se pide la opinión popular se informara al público de qué se busca en un cartel de San Fermín, qué valores se quiere destacar, qué imagen se quiere transmitir y a qué públicos va dirigido. El jurado popular también existe en nuestro sistema judicial, pero a las personas que lo forman se les da unos criterios para que puedan juzgar con propiedad. Ah! y además, existe un sistema de control por si el sistema falla. El ejemplo del poder de la opinión popular sin criterio y sin control es Chiquilicuatre representando a España en el festival de Eurovisión. No es que el festival tuviera mucho interés, pero desde luego en lo que no ganó es en calidad.


6 comentarios:

  1. Muy buena, Puy. ¡Enhorabuena!

    Una entrada muy completa y, además, muy razonada. De las que me gustan.

    Totalmente de acuerdo

    Saludotes

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  2. Totalmente de acuerdo. Más allá de los resultados, hay que centrarse en las convocatorias.
    Considero imprescindible el criterio técnico en todas las fases, y la adecuación a los objetivos, valores, imagen y aplicaciones.

    Por no hablar del sistema de votación actual ¿popular?, su difusión y participación, que además de limitada, ha sido escasa.

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  3. Es lo que tiene dejar a la gente libertad para decidir, que luego usan palabras como "posicionar" para todo. Existen más verbos, no hace falta inventarse nuevos copiados del inglés.

    Respecto al tema, el cartel no es algo trascendental como unos presupuestos, unas infraestructuras, etc. No seáis tan egocéntricos los publicistas, que vuestra función es simplemente vendernos humo.

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  4. Se puede decir mas alto pero no mas claro.

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  5. Enhorabuena por la entrada! Te felicito! Tienes toda la razón.

    Solo que en Pamplona, siempre hay la misma discusión sobre este tema. Si se elige por profesionales, como se había hecho hasta hace 4 años, nadie estaba contento, y si se hace por votación entre 8, tampoco.

    Se está hablando por ahí que podrían incluso dejar que la gente votara entre tooooodos los carteles presentado... Eso si que sería un escándalo!

    Lo mejor, en opinión, es de que este certamen se vuelva a profesionalizar como antes, y que el ganador sea uno, elegido por profesionales...


    Un saludo!

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  6. Más que el método de elección, que obviamente no me gusta, lo que me parece una pena es desaprovechar para la creación de una potente marca-ciudad, por falta de visión estratégica, el momento clave en el que todo el foco de la atención internacional se vuelca sobre Pamplona. Denota que los gestores de esa marca-ciudad no le dan la importancia que merece.

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