El curriculum de todos lo ha escrito Campofrío estas
navidades. Siguiendo la línea del pasado año, con su recuerdo al gran Gila,
intenta levantar la moral de todo un país que la tiene por los suelos. O eso es
lo que parece o lo que cree todo el mundo. Un éxito de estrategia, porque lo
que de verdad quiere es vender chorizos (y jamones, pavo, salchichón…)
La comunicación se ha convertido en una carrera de larga
distancia. Ya no vale la explosividad de los 100 metros libres. Las marcas
desarrollan estrategias de gota a gota para conseguir no un incremento
inmediato de las ventas, sino un objetivo mucho más de comunicación: “caer bien”
al cliente. Las motivaciones emocionales son las más fuertes. El amor o el
enamoramiento de una persona o de una marca hace cometer actos irracionales a
montones (eso lo hemos vivido todos) como por ejemplo comprar repetidamente a
pesar de que sea menos guapa o menos rica, quiero decir, más cara o de menos
calidad objetiva.
Cuando nos enamoramos, obviamos los defectos de la otra
persona. Nos parece lo mejor del mundo. Con las marcas sucede lo mismo. Y si
no, que se lo digan a Apple. Sus fans, entre los que me cuento, no pueden
explicar técnicamente por qué es mejor que otras marcas, pero siguen comprando
repetidamente sus productos y luciéndolos orgullosos.
Este es el camino que ha tomado Campofrío. Apelar al orgullo
de país para vender embutido. Algunos pensarán que vaya estrategia de marketing
más rara, pero los que estamos subidos a la ola sabemos que es la buena, la que
nos va a llevar por el buen camino. No hay recetas repetibles. El siguiente que
haga lo mismo no conseguirá el mismo resultado. Pero el camino si tiene mucho
margen para seguir por la misma ruta. Campofrío se sitúa como una de las marcas
mejor valoradas en España, no por la calidad de sus productos (hay pocas
personas expertas capaz de distinguir la calidad objetiva dentro de un rango ya
óptimo) sino por algo mucho más potente: cae bien porque hace sentir
importantes a sus clientes. Una lección de fin de año que deberíamos aprender
para afrontar con mayor éxito el que viene.
En el post no he puesto lo que no me gusta de la campaña, que también lo hay, pero a petición en Twitter voy a hacerlo.
ResponderEliminarNo me gusta el tono triste de la fotografía del anuncio, no me parece que transmita el optimismo que debiera.
Tampoco me gusta la estrategia de donar a una ONG por cada retweet. Si se quiere hacer una acción social no se puede ligar a la efectividad de una campaña porque esto puede provocar rechazo, como así ha sido. Condiciona al cliente y no deja de ser otra manera de chantaje.