miércoles, 19 de diciembre de 2012

El curriculum de todos



El curriculum de todos lo ha escrito Campofrío estas navidades. Siguiendo la línea del pasado año, con su recuerdo al gran Gila, intenta levantar la moral de todo un país que la tiene por los suelos. O eso es lo que parece o lo que cree todo el mundo. Un éxito de estrategia, porque lo que de verdad quiere es vender chorizos (y jamones, pavo, salchichón…)

La comunicación se ha convertido en una carrera de larga distancia. Ya no vale la explosividad de los 100 metros libres. Las marcas desarrollan estrategias de gota a gota para conseguir no un incremento inmediato de las ventas, sino un objetivo mucho más de comunicación: “caer bien” al cliente. Las motivaciones emocionales son las más fuertes. El amor o el enamoramiento de una persona o de una marca hace cometer actos irracionales a montones (eso lo hemos vivido todos) como por ejemplo comprar repetidamente a pesar de que sea menos guapa o menos rica, quiero decir, más cara o de menos calidad objetiva.

Cuando nos enamoramos, obviamos los defectos de la otra persona. Nos parece lo mejor del mundo. Con las marcas sucede lo mismo. Y si no, que se lo digan a Apple. Sus fans, entre los que me cuento, no pueden explicar técnicamente por qué es mejor que otras marcas, pero siguen comprando repetidamente sus productos y luciéndolos orgullosos.

Este es el camino que ha tomado Campofrío. Apelar al orgullo de país para vender embutido. Algunos pensarán que vaya estrategia de marketing más rara, pero los que estamos subidos a la ola sabemos que es la buena, la que nos va a llevar por el buen camino. No hay recetas repetibles. El siguiente que haga lo mismo no conseguirá el mismo resultado. Pero el camino si tiene mucho margen para seguir por la misma ruta. Campofrío se sitúa como una de las marcas mejor valoradas en España, no por la calidad de sus productos (hay pocas personas expertas capaz de distinguir la calidad objetiva dentro de un rango ya óptimo) sino por algo mucho más potente: cae bien porque hace sentir importantes a sus clientes. Una lección de fin de año que deberíamos aprender para afrontar con mayor éxito el que viene. 

1 comentario:

  1. En el post no he puesto lo que no me gusta de la campaña, que también lo hay, pero a petición en Twitter voy a hacerlo.
    No me gusta el tono triste de la fotografía del anuncio, no me parece que transmita el optimismo que debiera.
    Tampoco me gusta la estrategia de donar a una ONG por cada retweet. Si se quiere hacer una acción social no se puede ligar a la efectividad de una campaña porque esto puede provocar rechazo, como así ha sido. Condiciona al cliente y no deja de ser otra manera de chantaje.

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